La misma fría mirada es la que recibo al salir de aquel viejo edificio, el portero me abre la puerta como todas las noches y me despide con el ademán acostumbrado. Al adentrarme a la calle la baja temperatura llega a mezclarse con el paisaje oscuro y triste de la avenida garzón. Mi paranoia hace que camine mas rápido de lo acostumbrado al escuchar zapatos de suela gruesa hacer contacto con la acera acercarse hacia mí.
Los pasos se hacen mas íntimos y llegan a comprometer mi estabilidad emocional arañando la locura y la poca tranquilidad que me caracteriza angustiándome a cada instante las pisadas son mas rápidas sin detenerse siendo mas palpables mis oídos son testigos mudos del fuerte palpitar de mi corazón y de mi agitación mi único reflejo es seguir caminando hasta llegar al local de abarrotes de la avenida que se avecina como solución caminar caminar mas rápido mas rápido pero sin perder el control que no sienta mi miedo que el sudor de mi frente sea de agitación y no de nerviosismo que la idea de que alguien me siga sea solo eso una idea.
La tranquilidad llega de manera asombrosa cuando hay luz de por medio...
No hay comentarios:
Publicar un comentario