martes, 29 de septiembre de 2009

Tradiciones limeñas


Pregunta: ¿Qué haces cuando ves a la mofletuda de tu vecina moviendo su adiposo cuerpo al ritmo de la canción de moda?
Se dan 2 alternativas:

1) Dejar de ver
2) Desternillarte de la risa

Hice ambas, en ese orden, primero aparté la mirada de aquel espectáculo circense para luego comenzar la orgia de risas y lágrimas iniciandose en mi rostro, la revolución se propagó a mi estómago generando dolores propios del ejercicio abdominal.
Al terminar mi propio espectáculo, comienzo a reflexionar de aquellos hábitos graciosos (y a veces escandalosos) de "Lima La Horrible".
Acá una pequeña lista de aquellas practicas:

1) Orinar en la calle
2) Libar en la calle
3) Fiestas callejeras (en este rubro entra la mondonguda)
4) Poner nombres raros a sus vastagos (Yonlenon)
5) Gritar en la calle
6) Tener relaciones sexuales en la calle
7) Robar luz, agua, cable e internet
8) Etcetera

Vale aclarar que esto no es exclusividad limeña ni peruana, es realidad sudamericana. Tambien tengo que esclarecer que no consiento ni repruebo estas costumbres (salvo la primera), solo lo acepto y me rio de ello.

Agradesco a Royalito por la inspiracion.

miércoles, 20 de mayo de 2009

domingo, 22 de marzo de 2009

jueves, 19 de marzo de 2009

Mi crimen favorito - Ambrose Bierce

- Después de haber asesinado a mi padre en circunstancias singularmente atroces, fui arrestado y enjuiciado en un proceso que duró siete años. Al exhortar al jurado, el juez de la Corte de Absoluciones señaló que el mío era uno de los más espantosos crímenes que había tenido que juzgar.

A lo que mi abogado se levantó y dijo:

- Si Vuestra Señoría me permite, los crímenes son horribles o agradables sólo por comparación. Si conociera usted los detalles del asesinato previo de su tío que cometió mi cliente, advertiría en su último delito (si es que delito puede llamarse) una cierta indulgencia y una filial consideración por los sentimientos de la víctima. La aterradora ferocidad del anterior asesinato era verdaderamente incompatible con cualquier hipótesis que no fuera la de culpabilidad, y de no haber sido por el hecho de que el honorable juez que presidió el juicio era el presidente de la compañía de seguros en la que mi cliente tenía una póliza contra riesgos de ahorcamiento, es difícil estimar cómo podría haber sido decentemente absuelto. Si Su Señoría desea oírlo, para instrucción y guía de la mente de Su Señoría, este infeliz hombre, mi cliente, consentirá en tomarse el trabajo de relatarlo bajo juramento.

El Fiscal del Distrito dijo:

- Me opongo, Su Señoría. Tal declaración podría ser considerada una prueba, y los testimonios del caso han sido cerrados. La declaración del prisionero debió presentarse hace tres años, en la primavera de 1881.

- En sentido estatutario -dijo el juez- tiene razón, y en la Corte de Objeciones y Tecnicismos obtendría un fallo a su favor. Pero no en una Corte de Absoluciones. Objeción denegada.

- Recuso -dijo el Fiscal de distrito.

- No puede hacerlo- contestó el Juez-. Debo recordarle que para hacer una recusación debe lograr primero transferir este caso, por un tiempo, a la Corte de Recusaciones, en una demanda formal, debidamente justificada con declaraciones escritas. Una demanda a ese efecto, hecha por su predecesor en el cargo, le fue denegada por mí durante el primer año de este juicio. Oficial, haga jurar al prisionero.

Habiendo sido administrado el juramento de costumbre, hice la siguiente declaración, que impresionó tanto al juez debido a la comparativa trivialidad del delito por el cual se me juzgaba, que no buscó ya circunstancias atenuantes, sino que, sencillamente, instruyó al jurado para que me absolviera. Así abandoné la corte sin mancha alguna sobre mi reputación.

"Nací en 1856 en Kalamakee, Michigan, de padres honestos y honrados, uno de los cuales el Cielo ha perdonado piadosamente, para consuelo de mis últimos años. En 1867, la familia llegó a Califorma y se estableció cerca de Nigger Head, estableciendo una empresa de salteadores de caminos que prosperó más allá de cualquier sueño de lucro. Mi padre era entonces un hombre reticente y melancólico, y aunque su creciente edad ha relajado un poco su austera disposición, creo que nada, fuera del recuerdo del triste episodio por el que ahora se me juzga, le impide manifestar una genuina hilaridad.

"Cuatro años después de haber puesto en servicio nuestra empresa de salteadores, llegó hasta allí un predicador ambulante, que no teniendo otra manera de pagar el alojamiento nocturno que le dimos, nos favoreció con una exhortación de tal fuerza que, alabado sea Dios, nos convertimos todos a la religión. Mi padre mandó llamar inmediatamente a su hermano, el Honorable William Ridley, de Stockton, y apenas llegó le entregó el negocio, sin cobrarle nada por la licencia ni por la instalación... esta última consistente en un rifle Winchester, una escopeta de caño recortado y un juego de máscaras fabricados con bolsas de harina. La familia se trasladó entonces a Ghost Rock y abrió una casa de baile. Se le llamó "La Gaita del Descanso de los Santos", y cada noche la cosa empezaba con una plegaria. Fue aquí donde mi ahora santa madre adquirió el apodo de "La Morsa Galopante".

"En el otoño del 75 tuve ocasión de visitar Coyote, en el camino a Mahala y tomé la diligencia en Ghost Rock. Había otros cuatro pasajeros. A unas tres millas más allá de Nigger Head, unas personas que identifiqué como mi tío William y sus dos hijos, detuvieron la diligencia. No encontrando nada en la caja del expreso, registraron a los pasajeros. Actué honorablemente en el asunto, colocándome en fila con los otros, levantando las manos y permitiendo que me despojaran de cuarenta dólares y un reloj de oro. Por mi conducta nadie pudo haber sospechado que conocía a los caballeros que daban la función. Unos días después, cuando fui a Nigger Head y pedí la devolución de mi dinero y mi reloj, mi tío y mis primos juraron que no sabían nada del asunto y afectaron creer que mi padre y yo habíamos hecho el trabajo, violando deshonestamente la buena fe comercial. El tío William llegó a amenazar con poner una casa de baile competidora en Ghost Rock. Como "El Descanso de los Santos" se había hecho muy impopular, me di cuenta de que esto sin duda alguna terminaría por arruinarla y se convertiría para ellos en una empresa de éxito, de modo que le dije a mi tío que estaba dispuesto a olvidar el pasado si consentía en incluirme en el proyecto y mantener el secreto de nuestra sociedad ante mi padre. Rechazó esta justa oferta, y entonces advertí que todo sería mejor y más satisfactorio si él estuviera muerto.

"Mis planes para ese fin se vieron pronto perfeccionados y, al comunicárselos a mis amados padres, tuve la satisfacción de recibir su aprobación. Mi padre dijo que estaba orgulloso de mí y mi madre prometió, que aunque su religión le prohibiera ayudar a quitar vidas humanas, tendría yo la ventaja de contar con sus plegarlas para mi éxito. Como medida preliminar con miras a mi seguridad en caso de descubrimiento, presenté una solicitud de socio en esa poderosa orden, los Caballeros del Crimen, y a su debido tiempo fui recibido como miembro de la comandancia de Ghost Rock. Cuando terminó mi noviciado, se me permitió por primera vez inspeccionar los registros de la Orden y saber quién pertenecía a ella, ya que todos los ritos de iniciación se habían llevado a cabo enmascarados. ¡Imaginen mi sorpresa cuando mirando la nómina de asociados encontré que el tercer nombre era el de mi tío, que en realidad era vicecanciller adjunto de la Orden! Era ésta una oportunidad que excedía mis sueños más desenfrenados: ¡al asesinato podía agregar la insubordinación y la traición! Era lo que mi buena madre hubiera llamado "un regalo de la Providencia".

"Por entonces ocurrió algo que hizo que mi copa de júbilo, ya llena, desbordara por todos lados en una cascada de bienaventuranzas. Tres hombres, extranjeros en esa localidad, fueron arrestados por el robo a la diligencia en el que yo había perdido mi dinero y mí reloj. Fueron enjuiciados y, a pesar de mis esfuerzos para absolverlos e imputar la culpa a tres de los más respetables y dignos ciudadanos de Ghost Rock, se los declaró culpables en base a las pruebas más evidentes. El asesinato de mi tío sería ahora tan injustificable e irrazonable como podía desearse.

"Una mañana me puse el Winchester al hombro y, yendo a casa de mi tío, cerca de Nigger Head, le pregunté a mi tía Mary, su esposa, si estaba él en casa, agregando que había venido a matarle. Mi tía replicó, con su peculiar sonrisa, que tantos caballeros lo visitaban con esa intención y que después se iban sin haberlo logrado, que yo debía disculparla por dudar de mi buena fe en el asunto. Dijo que yo no daba la impresión de ir a matar a nadie, así que, como prueba de buena fe, levanté mi rifle y herí a un chino que pasaba frente a la casa. Ella dijo que conocía familias enteras que podían hacer cosas semejantes, pero que Bill Ridley era caballo de otro pelo. Dijo, sin embargo, que lo encontraría al otro lado del estero, en el solar de las ovejas, y agregó que esperaba que ganara el mejor.

"Mi tía Mary era una de las mujeres más imparciales que he conocido.

"Encontré a mi tío arrodillado, esquilando una oveja. Viendo que no tenía a mano rifle ni pistola no tuve ánimo para disparar, así que me acerqué, lo saludé amablemente y le di un buen golpe en la cabeza con la culata del rifle. Tengo buena mano y el tío William cayó sobre un costado, se dio vuelta sobre la espalda, abrió los dedos y tembló. Antes de que pudiera recobrar el uso de sus miembros, cogí el cuchillo que él había estado usando y le corté los tendones. Ustedes saben, sin duda, que cuando se cortan los tendones de aquiles, el paciente pierde el uso de su pierna; es exactamente igual que si no tuviera pierna. Bien, le seccioné los dos y cuando revivió estaba a mi disposición. Tan pronto como comprendió la situación, dijo:

"-Samuel, has conseguido vencerme y puedes permitirte ser generoso. Sólo quiero pedirte una cosa, y es que me lleves a mi casa y me liquides en el seno de mi familia.

"Le dije que consideraba éste un pedido perfectamente razonable y que así lo haría si me permitía meterlo en una bolsa de trigo; sería más fácil llevarlo de esa manera y si los vecinos nos vieran en camino provocaría menos comentarios. Estuvo de acuerdo y yendo al granero traje una bolsa. Esta, sin embargo, no le iba bien; era muy corta y mucho más ancha que él, así que le doblé las piernas, le forcé las rodillas contra el pecho y así lo metí, atando la bolsa sobre su cabeza. Era un hombre pesado e hice todo lo posible por ponérmelo a la espalda, pero anduve a los tumbos un trecho hasta que llegué a una hamaca que algunos chicos habían colgado de la rama de un roble. Aquí lo deposité en el suelo y me senté sobre él a descansar; y la vista de la soga me proporcionó una feliz inspiración. A los veinte minutos, mi tío, siempre en la bolsa, se hamacaba libremente en alas del viento.

"Yo había descolgado la soga y atado un extremo en la boca de la bolsa, pasando el otro por la pierna, levantándole a unos cinco pies del suelo. Atando el otro extremo de la soga también alrededor de la boca de la bolsa, tuve la satisfacción de ver a mi tío convertido en un hermoso y gran péndulo. Debo agregar que él no estaba totalmente al tanto de la naturaleza del cambio que había experimentado en relación con el mundo exterior, aunque en justicia al recuerdo del buen hombre, debo decir que no creo que en ningún caso hubiera dedicado demasiado tiempo a un vano agradecimiento.

"El tío William tenía un carnero que era famoso como luchador en toda la región. Vivía en estado de indignación constitucional crónica. Algún profundo desengaño de su vida anterior le había agriado el carácter y había declarado la guerra al mundo entero. Decir que embestía cualquier cosa accesible es expresar muy levemente la naturaleza y alcance de su activdad militar: el universo era su rival, sus métodos los de un proyectil. Luchaba como los ángeles con los demonios: en medio del aire, hendiendo la atmósfera como un pájaro, describiendo una curva parabólica y descendiendo sobre su víctima en el ángulo justo de incidencia que más rendía a su velocidad y su peso. Su impulso, calculado en toneladas cúbicas, era algo increíble. Se lo había visto destrozar un toro de cuatro años con un solo golpe dado en la nudosa frente del animal. No se conocía cerco de piedra que resistiera la fuerza de su golpe descendente; no había árboles bastante pesados para aguantarlo: los convertía en astillas y profanaba en la oscuridad el honor de sus hojas. Este bruto irascible e implacable, este trueno encarnado, este monstruo de los abismos, había visto yo que descansaba a la sombra de un árbol adyacente, sumido en sueños de conquistas y de gloria. Con miras de atraerlo al campo del honor, suspendí a su amo de la manera descrita.

"Completados los preparativos, impartí al péndulo de mi tío una suave oscilación y, retirándome a cubierto de una piedra contigua, lancé un largo grito estridente cuya nota final decreciente se ahogaba en un ruido como el de un gato protestando, ruido que emanaba de la bolsa. Instantáneamente el formidable lanar se paró sobre sus patas y comprendió la situación militar de un vistazo. En pocos minutos más se había acercado piafando hasta unos cincuenta metros de distancia del oscilante enemigo, que, ora avanzando, ora retirándose, parecía invitarlo a la riña. De pronto vi la cabeza de la bestia inclinada hacia tierra como abatida por el peso de sus enormes cuernos; luego el carnero se prolongó en una franja confusa y blanca directamente dirigida desde ese lugar, horizontalmente en dirección a un punto situado a unos cuatro metros por debajo del enemigo. Allí golpeó vivamente hacia arriba y, antes de que se hubiera borrado de mi mirada el lugar de donde había arrancado, oí un terrible porrazo y un grito desgarrador, y mi pobre tío fue disparado hacia adelante con un cabo suelto más alto que el miembro al que estaba atado. Aquí la soga se puso tensa de un tirón, deteniendo su vuelo y fue enviado atrás otra vez, describiendo, sin resuelto, una curva de arco. El carnero se había caído -un indescriptible montón de patas, lanas y cuernos-, pero rehaciéndose y esquivando el vaivén descendente de su antagonista, se retiró sin orden ni concierto, sacudiendo alternativamente la cabeza o pateando con sus patas traseras. Cuando había retrocedido a más o menos la misma distancia que la que había usado para asestar el golpe, se detuvo nuevamente, inclinó la cabeza como en una plegaria por la victoria y otra vez salió disparado hacia adelante, confusamente visible como antes, un prolongado rayo blanquecino, con monstruosas ondulaciones y terminado en un vivo ascenso. Esta vez el curso del ataque dio en el ángulo exacto, comparado con el primero, y la impaciencia del animal era tan grande que golpeó al enemigo antes de que éste llegara al punto más bajo del arco. En consecuencia, mi tío empezó a volar dando círculos horizontales de un radio igual a la mitad de la longitud de la soga, que he olvidado decirlo, era de unos seis metros de largo. Sus alaridos, crescendo al ir hacia adelante y diminuendo al retroceder, hacían que la rapidez de sus revoluciones fuera más evidente para el oído que para la vista. Era evidente que aún no había recibido ningún golpe vital. La postura que tenía dentro de la bolsa y la distancia del suelo a que estaba colgado, obligaban al carnero a dedicarse a sus extremidades inferiores y al final de su espalda. Como una planta cuyas raíces han encontrado un mineral venenoso, mi pobre tío se iba muriendo lentamente hacia arriba.

"Después de asestar el segundo golpe, el carnero no había vuelto a retirarse. La fiebre de la batalla ardía fogosamente en el corazón del animal, su cerebro estaba ebrio del vino de la contienda. Como un púgil que en su ira olvida sus habilidades y pelea sin efectividad a distancia de medio brazo, la bestia enfurecida se empeñaba por alcanzar su volante enemigo cuando pasaba sobre ella, con torpes saltos verticales, consiguiendo a veces, en realidad, golpearlo débilmente, pero las más de las veces caía a causa una ansiedad mal dirigida. Pero a medida que el ímpetu se fue agotando y los círculos del hombre fueron disminuyendo en tamaño y velocidad, acercándolo más al suelo, esta táctica produjo mejores resultados, produciendo una superior calidad de alaridos que disfruté plenamente.

"De pronto, como si las trompetas hubieran tocado tregua, el carnero suspendió las hostilidades y se marchó, frunciendo y desfrunciendo pensativamente su gran nariz aguileña, arrancando distraídamente un manojo de pasto y masticándolo con lentitud. Parecía cansado de las alarmas de la guerra y resuelto convertir la espada en reja de arado para cultivar las artes de la paz. Siguió firmemente su camino, apartándose del campo de la fama, hasta que ganó una distancia de cerca de un cuarto de milla. Allí se detuvo, de espaldas al enemigo, rumiando su comida y en apariencia dormido. Observé, sin embargo, un giro ocasional, muy leve de la cabeza, como si su apatía fuera más afectada que real.

"Entretanto los alaridos del tío William habían menguado junto con sus movimientos, y sólo provenían de él lánguidos y largos quejidos, y a grandes intervalos mi nombre, pronunciado en tonos suplicantes, sumamente agradables a mi oído. Evidentemente el hombre no tenía la más leve idea de lo que le estaba ocurriendo y estaba nefablemente aterrorizado. Cuando la Muerte llega envuelta en su capa de misterio es realmente terrible. Poco a poco las oscilaciones de mi tío disminuyeron y finalmente colgó sin movimiento. Fui hacia él, y estaba a punto de darle el golpe de gracia, cuando oí y sentí una sucesión de vivos choques que sacudieron el suelo como una serie de leves terremotos, y, volviéndome en dirección del camero, ¡vi acercárseme una gran nube de polvo con inconcebible rapidez y alarmante efecto! A una distancia de treinta metros se detuvo en seco y del extremo más cercano ascendió por el aire lo que primero tomé por un gran pájaro blanco. Su ascenso era tan suave, fácil y regular que no pude darme cuenta de su extraordinaria celeridad y me perdí en la admiración de su gracia. Hasta hoy me queda la impresión de que era un movimiento lento, deliberado, como si el carnero -porque tal era el animal- hubiera sido elevado por otros poderes que los de su propio ímpetu y sostenido en las sucesivas etapas de su vuelo con infinita ternura y cuidado. Mis ojos siguieron sus progresos por el aire con inefable placer, mayor aún por contraste, con el terror que me había causado su acercamiento por tierra. Hacia arriba y hacia adelante navegaba, la cabeza casi escondida entre las patas delanteras echadas hacia atrás, y las posteriores estiradas, como una garza que se remonta.

"A una altura de trece a quince metros, según pude calcular a ojo, llegó a su cenit y pareció quedar inmóvil por un instante; luego, inclinándose repentinamente hacia adelante, sin alterar la posición relativa de sus partes, se lanzó hacia abajo en pendiente con aumentada velocidad, pasó muy próximo a mí, por encima mío con el ruido de una bala de cañón y golpeó a mi pobre tío casi exactamente en la punta de la cabeza. ¡Tan espantoso fue el impacto que no sólo rompió el cuello del hombre sino que también la soga, y el cuerpo del difunto, lanzado contra el suelo quedó aplastado como pulpa bajo la horrible frente del meteórico carnero! La sacudida detuvo todos los relojes desde Lone Hand a Dutch Dan, y el profesor Davidson, distinguida autoridad en asuntos sísmicos, que se encontraba en la vecindad, explicó de inmediato que las vibraciones fueron de norte a sudeste.

"Sin excepción, no puedo dejar de pensar que en punto a atrocidad artística, mi asesinato del tío William ha sido superado pocas veces."

martes, 17 de marzo de 2009

Joya del cine: La jetée

Muy buena pelicula que encontre en internet.





¿El punk se creó en el Perú?

Documental (que se estrena este año) de la banda Los Saicos, acá les pongo más info gracias al blog de Heduardo.

viernes, 20 de febrero de 2009

Hora de ponerse "serio"

Un video interesante que encontre.

miércoles, 18 de febrero de 2009

Cuentos incompletos: Pasos

La misma fría mirada es la que recibo al salir de aquel viejo edificio, el portero me abre la puerta como todas las noches y me despide con el ademán acostumbrado. Al adentrarme a la calle la baja temperatura llega a mezclarse con el paisaje oscuro y triste de la avenida garzón. Mi paranoia hace que camine mas rápido de lo acostumbrado al escuchar zapatos de suela gruesa hacer contacto con la acera acercarse hacia mí.
Los pasos se hacen mas íntimos y llegan a comprometer mi estabilidad emocional arañando la locura y la poca tranquilidad que me caracteriza angustiándome a cada instante las pisadas son mas rápidas sin detenerse siendo mas palpables mis oídos son testigos mudos del fuerte palpitar de mi corazón y de mi agitación mi único reflejo es seguir caminando hasta llegar al local de abarrotes de la avenida que se avecina como solución caminar caminar mas rápido mas rápido pero sin perder el control que no sienta mi miedo que el sudor de mi frente sea de agitación y no de nerviosismo que la idea de que alguien me siga sea solo eso una idea.
La tranquilidad llega de manera asombrosa cuando hay luz de por medio...

domingo, 15 de febrero de 2009

miércoles, 11 de febrero de 2009

Respuesta a los mensajes de texto

Cuando llegó el zorro, el principito lo miró con atención, era muy bonito y se lo dijo.
Entonces decidió invitarlo a jugar, pero el zorro le explicó que no podía porque no estaba "domesticado".

- ¿"Domesticado"? - preguntó el principito- ¿qué significa estar "domesticado"?.

- Domesticar es crear vínculos - explicó el zorro.

- Crear vínculos....

- Exacto -dijo el zorro. Ahora tu no significas nada para mi, ni tu para mi. Soy semejante a cualquier zorro y tu a cualquier niño. Pero si me domesticas entonces tendré necesidad de ti y tu de mi. Tú serás único para mi y yo seré único para ti.

Después de meditarlo unos segundos, el zorro dijo:
- Domestícame por favor.

- Tengo que hacer muchas cosas, conocer otras personas y hacer amigos. Ahora no puedo. - Comentó el principito.

- No podrás conocer bien a los demás si no los domesticas - le explicó. Ahora los hombres no tienen tiempo para nada, si se dieran tiempo podrían tener amigos. Yo quiero tu amistad ¡DOMESTÍCAME!.

Entoces, el principito accedió.

Día tras día el principito fue a buscar al zorro al mismo lugar y a la misma hora. Poco a poco empezaron a ser muy cercanos y se convirtieron en grandes amigos. Ambos eran felices, se acompañaban mutuamente y podían pasar horas simplemente en silencio, sin decir palabra alguna.

Pero un día el principito le explicó al zorro que debía seguir su camino. El zorro se entristeció pero sabía que él debía partir.

Cuando el principito le dio el último adiós, le prometió que regresaría y le agradeció por todos los momentos que pasaron juntos.

Sin embargo, el corazón de cada uno de ellos había cambiado, en el fondo sabían que por muy alejados que estuvieran siempre se tendrían el uno al otro y que no importaba quiénes entraran y salieran de sus vidas porque la amistad que habían construido nunca tendría fin.

martes, 10 de febrero de 2009

Mensajes de texto

Cuenta la leyenda que Ícaro salio de la isla de Creta volando haciendo uso de las alas que creo su padre, Dédalo.

Ícaro había escuchado de su padre historias que narraban que en la cima del cielo se podía encontrar al titan Atlas que sostenía sobre sus hombros el peso del cielo para evitar que este choque con la tierra. Este destino fue impuesto por el Rey de los dioses, Zeús.

Entonces Ícaro batió con mas fuerza sus alas para saciar su curiosidad omitiendo las indicaciones de su padre de no subir, porque la cera que unía las alas se iba a despegar por la proximidad del sol. Dédalo trato de detener a su hijo pero Ícaro se alejaba cada vez mas, su hijo era mas joven y fuerte.

A pesar de la cercanía al sol, las alas se mantenían fuerte, la fama de genio de Dédalo se hacia patente en la calidad del artefacto. El cansancio se hacia presente, Ícaro sentía como las fuerzas lo abandonaban, el oxígeno era más escaso; pero el empeño más fuerte, Ícaro no desistió.
El esfuerzo da frutos cuando divisa al colosal personaje. Ícaro queda facinado por la veracidad de la leyenda, si existía aquel personaje que su padre le contaba. Cuando de repente relámpagos con dirección al joven alado incineran sus alas, comenzando así su terrible destino. El cuerpo del joven rebotaba en las nubes pero estas no lo detenían. Dédalo escuchaba los gritos de desespero de su vástago; pero no lo divisaba, temía lo peor. La angustia cobró vida en el padre cuando se escuchó el silencio, la muda muerte estaba acechando a los mortales.
La búsqueda llega a su fín cuando Dédalo encuentra el cuerpo inerte de su hijo en el mar, la melancolía destruiría aquel arquitecto toda su vida, condenaría sus habilidades y su destino, no volvió ser el mismo a pesar de tener una larga vida.

Un hilillo de sangre corre por mi nariz. No debí decirte adiós.


jueves, 5 de febrero de 2009

Jacob's ladder

Una de mis peliculas favoritas

Recuerdos de la casa de Pueblo Libre

Cuando no te gusta bailar y no quieres gastar, siempre esta aquella casa ubicada en el céntrico distrito de Pueblo Libre (para ser mas exacto a 1 cuadra del ovalo de la Brasil).
La casa es de tamaño medio, tiene un jardín y una cochera en la parte lateral. Al entrar a la casa notara que la primera estancia es la sala comedor, con 3 sillones, una mesa redonda de fina caoba, la puerta del baño a la izquierda y a la derecha estaba la bien surtida cocina.
Era el año 2002 cuando comenzamos a frecuentarla, para ese entonces El Clandestino (que es el anfitrión) nos invito a libar bebidas espirituosas. Eramos 5 muchachos aquella noche sabatina; el clandestino, el padrino, el loco, el yue y yo; un inhibido génesis iba a dar paso a un satisfactorio epilogo.
12 am, 2 botellas de Paramonga y 2 litros de Inca Kola era lo que nos deparaba aquella noche, todo un reto para nuestros jóvenes hígados. El encargado de elaborar el mejunje era El Clandestino, a pesar de su poca pericia en el arte de la cocteleria se podía disfrutar del brebaje.
2:45 am, los efectos de las bebidas se hacían presente, el estruendo de Rage Against the Machine y de Rubén Blades no era competencia para nuestros bramidos, los vasos tropezaban y las sillas resbalaban, nuestra visión se hacia mas difusa y la memoria menos confiable. Otros efectos eran mis infames viajes al baño al igual que las intenciones del Loco por fumar papel aluminio, El Padrino sufría ataques somníferos al igual que El Clandestino. El Yue por otro lado era el más cauto de todos por lo que los efectos no eran tan evidentes.
Al día siguiente, la mesa redonda tenia varios lunares en su superficie gracias al sudor de los vasos y el tropiezo de estos al bailar con nuestros embriagados dedos, las sillas habían envejecido y habíamos perdido 2 meses de vida en aquella reunión. Cada uno tomaba rumbos distintos al marcharse de la humilde residencia pero sabíamos que íbamos a volver a aquella casa de Pueblo Libre
Con el pasar del tiempo, dicha morada recibió visitas de otros ilustres personajes, como el señor Miyashiro y el señor Correa así como una nueva generación de muchachos (Krasi, Pipinel, Juanes y Nero) pero siempre con la presencia de los 5 pioneros.




La sociedad en la que vivimos esta compuesta por personas de distintas personalidades, gustos y sabores. A pesar de las diferencias la sociedad se mantiene en pie, este grupo de muchachos (a la cual me siento orgulloso de pertenecer) es una pequeña representación del mundo en la que nos desenvolvemos. A continuación una breve descripción de los muchachos:

El Clandestino, recibió ese mote por haber trabajado de manera ilegal en la tierra del tío Sam, es el organizador de todas las reuniones y dueño de casa, sin el no existirían las reuniones. Película favorita "Ahí esta el detalle" de Mario Moreno Cantinflas.
El Padrino, un sujeto perseverante, tanto así que uno de sus mayores logros fue acabar el juego para el Gameboy de "Megaman", recibe dicho apelativo porque considera a todos sus "ahijados" . Piensa (hasta ahora) que en Italia se practica el fútbol mas bonito.
El Loco, se hizo fama de orate durante las pichangas en la secundaria. el tipo entraba a la pelota y a la vez le daba su caricia al rival. Se recuerda que en el ultimo año de secundaria se mando a confeccionar una camiseta con el nombre de Clímaco Basombrio Pendavis en la espalda, lo que ocasionaba miradas de indignación en unos y carcajadas en otros.
El Yue, enciclopedia viviente del anime, su fanatismo al anime tan solo es superado por su obsesión de repotenciar su ya potenciada computadora. Nadie sabe de donde vienen sus fondos para sus costosos "hobbies", por lo cual existen varias hipótesis desde proxenetismo hasta posible venta de órganos. También le gusta la música fresa.

lunes, 2 de febrero de 2009

Pela quemadaza - Naked Lunch

Una maquina de escribir que se convierte en ....

sábado, 31 de enero de 2009

Aceite de perro - Ambrose Bierce

Me llamo Boffer Bings. Nací de padres honestos en uno de los más humildes caminos de la vida: mi padre era fabricante de aceite de perro y mí madre poseía un pequeño estudio, a la sombra de la iglesia del pueblo, donde se ocupaba de los no deseados. En la infancia me inculcaron hábitos industriosos; no solamente ayudaba a mi padre a procurar perros para sus cubas, sino que frecuencia era empleado por mi madre para eliminar los restos de su trabajo en el estudio. Para cumplir este deber necesitaba a veces toda mi natural inteligencia, porque todos los agentes de ley de los alrededores se oponían al negocio de mi madre. No eran elegidos con el mandato de oposición, ni el asunto había sido debatido nunca políticamente: simplemente era así. La ocupación de mi padre -hacer aceite de perro- era naturalmente menos impopular, aunque los dueños de perros desaparecidos lo miraban a veces con sospechas que se reflejaban, hasta cierto punto, en mí. Mi padre tenía, como socios silenciosos, a dos de los médicos del pueblo, que rara vez escribían una receta sin agregar lo que les gustaba designar Oil Can. Es realmente la medicina más valiosa que se conoce; pero la mayoría de las personas es reacia a realizar sacrificios personales para los que sufren, y era evidente que muchos de los perros más gordos del pueblo tenían prohibido jugar conmigo, hecho que afligió mi joven sensibilidad y en una ocasión estuvo a punto de hacer de mí un pirata.

A veces, al evocar aquellos días, no puedo sino lamentar que, al conducir indirectamente a mis queridos padres a su muerte, fui el autor de desgracias que afectaron profundamente mi futuro.

Una noche, al pasar por la fábrica de aceite de mi padre con el cuerpo de un niño rumbo al estudio de mi madre, vi a un policía que parecía vigilar atentamente mis movimientos. Joven como era, yo había aprendido que los actos de un policía, cualquiera sea su carácter aparente, son provocados por los motivos más reprensibles, y lo eludí metiéndome en la aceitería por una puerta lateral casualmente entreabierta. Cerré en seguida y quedé a solas con mi muerto. Mi padre ya se había retirado. La única luz del lugar venía de la hornalla, que ardía con un rojo rico y profundo bajo uno de los calderos, arrojando rubicundos reflejos sobre las paredes. Dentro del caldero el aceite giraba todavía en indolente ebullición y empujaba ocasionalmente a la superficie un trozo de perro. Me senté a esperar que el policía se fuera, el cuerpo desnudo del niño en mis rodillas, y le acaricié tiernamente el pelo corto y sedoso. ¡Ah, qué guapo era! Ya a esa temprana edad me gustaban apasionadamente los niños, y mientras miraba al querubín, casi deseaba en mi corazón de que la pequeña herida roja de su pecho -la obra de mi querida madre- no hubiese sido mortal.

Era mi costumbre arrojar los niños al río que la naturaleza había provisto sabiamente para ese fin, pero esa noche no me atreví a salir de la aceitería por temor al agente. "Después de todo", me dije, "no puede importar mucho que lo ponga en el caldero. Mi padre nunca distinguiría los huesos de los de un cachorro, y las pocas muertes que pudiera causar el reemplazo del incomparable Oil Can por otra especie de aceite no tendrán mayor incidencia en una población que crece tan rápidamente". En resumen, di el primer paso en el crimen y atraje sobre mí indecibles penurias arrojando el niño al caldero.

Al día siguiente, un poco para mi sorpresa, mí padre, frotándose las manos con satisfacción, nos informó a mí y a mi madre que había obtenido un aceite de una calidad nunca vista por los médicos a quienes había llevado muestras. Agregó que no tenía conocimiento de cómo se había logrado ese resultado: los perros habían sido tratados en forma absolutamente usual, y eran de razas ordinarias. Consideré mi obligación explicarlo, y lo hice, aunque mi lengua se habría paralizado si hubiera previsto las consecuencias. Lamentando su antigua ignorancia sobre las ventaja de una fusión de sus industrias, mis padres tomaron de inmediato medidas para reparar el error. Mi madre trasladó su estudio a un ala del edificio de la fábrica y cesaron mis deberes en relación con sus negocios: ya no me necesitaban para eliminar los cuerpos de los pequeños superfluos, ni había por qué conducir perros a su destino: mi padre los desechó por completo, aunque conservaron un lugar destacado en el nombre del aceite. Tan bruscamente impulsado al ocio, se podría haber esperado naturalmente que me volviera ocioso y disoluto, pero no fue así. La sagrada influencia de mi querida madre siempre me protegió de las tentaciones que acechan a la juventud, y mi padre era diácono de la iglesia. ¡Ay, que personas tan estimables llegaran por mi culpa a tan desgraciado fin!

Al encontrar un doble provecho para su negocio, mi madre se dedicó a él con renovada asiduidad. No se limitó a suprimir a pedido niños inoportunos: salía a las calles y a los caminos a recoger niños más crecidos y hasta aquellos adultos que podía atraer a la aceitería. Mi padre, enamorado también de la calidad superior del producto, llenaba sus cubas con celo y diligencia. En pocas palabras, la conversión de sus vecinos en aceite de perro llegó a convertirse en la única pasión de sus vidas. Una ambición absorbente y arrolladora se apoderó de sus almas y reemplazó en parte la esperanza en el Cielo que también los inspiraba.

Tan emprendedores eran ahora, que se realizó una asamblea pública en la que se aprobaron resoluciones que los censuraban severamente. Su presidente manifestó que todo nuevo ataque contra la población sería enfrentado con espíritu hostil. Mis pobres padres salieron de la reunión desanimados, con el corazón destrozado y creo que no del todo cuerdos. De cualquier manera, consideré prudente no ir con ellos a la aceitería esa noche y me fui a dormir al establo.

A eso de la medianoche, algún impulso misterioso me hizo levantar y atisbar por una ventana de la habitación del horno, donde sabía que mi padre pasaba la noche. El fuego ardía tan vivamente como si se esperara una abundante cosecha para mañana. Uno de los enormes calderos burbujeaba lentamente, con un misterioso aire contenido, como tomándose su tiempo para dejar suelta toda su energía. Mi padre no estaba acostado: se había levantado en ropas de dormir y estaba haciendo un nudo en una fuerte soga. Por las miradas que echaba a la puerta del dormitorio de mi madre, deduje con sobrado acierto sus propósitos. Inmóvil y sin habla por el terror, nada pude hacer para evitar o advertir. De pronto se abrió la puerta del cuarto de mi madre, silenciosamente, y los dos, aparentemente sorprendidos, se enfrentaron. También ella estaba en ropas de noche, y tenía en la mano derecha la herramienta de su oficio, una aguja de hoja alargada.

Tampoco ella había sido capaz de negarse el último lucro que le permitían la poca amistosa actitud de los vecinos y mi ausencia. Por un instante se miraron con furia a los ojos y luego saltaron juntos con ira indescriptible. Luchaban alrededor de la habitación, maldiciendo el hombre, la mujer chillando, ambos peleando como demonios, ella para herirlo con la aguja, él para ahorcarla con sus grandes manos desnudas. No sé cuánto tiempo tuve la desgracia de observar ese desagradable ejemplo de infelicidad doméstica, pero por fin, después de un forcejeo particularmente vigoroso, los combatientes se separaron repentinamente.

El pecho de mi padre y el arma de mi madre mostraban pruebas de contacto. Por un momento se contemplaron con hostilidad, luego, mi pobre padre, malherido, sintiendo la mano de la muerte, avanzó, tomó a mi querida madre en los brazos desdeñando su resistencia, la arrastró junto al caldero hirviente, reunió todas sus últimas energías ¡y saltó adentro con ella! En un instante ambos desaparecieron, sumando su aceite al de la comisión de ciudadanos que había traído el día anterior la invitación para la asamblea pública.

Convencido de que estos infortunados acontecimientos me cerraban todas las vías hacia una carrera honorable en ese pueblo, me trasladé a la famosa ciudad de Otumwee, donde se han escrito estas memorias, con el corazón lleno de remordimiento por el acto de insensatez que provocó un desastre comercial tan terrible.

Yo quiero ser peruano - Defenza

Nunca pensé que alguien quisiera ser peruano, por lo visto a estos colombianos si

viernes, 30 de enero de 2009

Cuentos incompletos: Puta madre que aburrido


“Puta mare que aburrido”, exclamo Daniel cuando ingreso a su clase de procesos sensoperceptivos.
No se dio cuenta que la profesora Montero estaba detrás de el y esta le recrimina su vocabulario, luego de aquel impase conversa con Yoisi y le pregunta: ¿A que hora termina esta basura?, la cual Yoisi responde riéndose: falta bastante todavía, anda y duerme.
Hora y media después de haber terminado la clase, Daniel sale del aula, no sin antes de despedirse de Yoisi. Luego se encuentra con sus amigas, saluda a Meryjhin y a Brenda que también habían acabado de salir de su clase de Afectivo motivacionales. Los labios cuarteados de Meryjhin y de Brenda se rasparon con la mejilla barbuda de Daniel. Ellas ya acostumbradas al dolor ni enteradas de la aspereza de su mejilla lijosa aparte que este ya había aplicado su tan infame “beso flatulento” (dícese del aire acumulado en la boca y expulsado luego del contacto con la mejilla de otra persona) lo cual hizo que se concentraran mas en aquel desagradable pero a la vez gracioso sonido. Merybitch exclama un insulto (idiota) y luego esboza una sonrisa por aquel curioso saludo y Brenditch solo ríe luego del beso flatulento.
(Aclarando que Meryjhin y Brenda pertenecen al grupo autodenominado las bitches de la Richi por eso el sufijo bitch al final de sus nombres. Varios personajes de este cuento tendrán en sus nombres el mismo sufijo)
Luego los 3 se dirigen al kiosco de la facultad en la planta baja (ellos se encontraban en el 4 piso)…

Cuentos incompletos: Viaje en micro


6:40 am, suena el despertador…6:42 am, suena el segundo despertador, me doy cuenta que estoy despierto cuando mi pierna izquierda me saluda de la manera más inusual, gritándome que tengo que aplicarme mi dosis de Redex.

Haciendo caso omiso a los quejidos de mi compañera siniestra me cepillo los dientes removiendo el hedor nocturno.

7:00 am, saco el sencillo de la caja de la pollería y me voy rengueando hacia el paradero, los alaridos de mi siniestra son cada vez mas seguidos así que decido sentarme en aquellos obsoletos banquillos olvidados por la municipalidad de turno. Llega la 33 y como es costumbre mía, me voy al fondo, compartiendo espacio con la masa obrera, yo a mi universidad, ellos a su trabajo, ambos a un lugar que odiamos y amamos a la vez.

7:16 am, por fin puedo sentarme y así amordazar a mi siniestra, luego de que varios pre ingenieros bajaran en la Javier prado…